lunes, 18 de agosto de 2014

Ser Vidente, Ser Consciente

El trabajo de un vidente resulta difícil de definir. Hablaré desde la experiencia en mi caso. Visto desde dentro (con experiencias directas como vidente) resulta interesante experimentarlo, entregándote por completo a la tarea, pues el camino de crecimiento interior que te ofrece este don es múltiple. 

Visto desde fuera (sinceramente) no tengo ni la menor idea de cómo se ve, pues mi vida siempre ha estado asociada a la magia. Supongo que debe resultar de lo más extraño para los neófitos, aunque cada vez es más común en nuestros días. 

Procuro presentar la videncia y la magia como algo normal y corriente a los nuevos amigos, aunque debo comprender que para muchas personas no es algo tan normal. Cuando una persona acude a un vidente, normalmente espera recibir de él un trato amable, ser escuchado, oír los mensajes o visiones que percibe el profesional y la orientación más sabia. También espera recibir una confidencialidad y sinceridad total, pues nadie acude a un adivino si éste no sabe guardar el secreto profesional (uffff) o si no es sincero. Hasta ahí todo bien. Estoy de acuerdo en todo. 

Procuro cumplir con todas estas normas básicas en mis sesiones y no hay nada nuevo en esto. Son normas que cuento para los que empiezan en este arte y sepan lo que espera un paciente cuando acuda a ellos. Si el vidente también es brujo (o especialista en trabajos mágicos) el consultante también espera recibir una receta o alguna fórmula que le ayude a mejorar su vida (tal vez una piedra de cuarzo, un saquito de conjuro o un agua florida). Bien. Este procedimiento es adecuado por parte del profesional, aunque hay cosas que el vidente debe dejar claro al paciente.

Veamos. Si un señor acude a una consulta y está cargado de problemas económicos, ¿qué puede hacer el vidente para ayudarte?, a parte de guiarlo y tratar de asesorarle para que salde sus deudas y mejore su vida, el vidente debe recordar que será el paciente el que aplique los consejos y pautas ofrecidas. Es probable que el empresario haya acudido a ti porque ya no vea salida, y espera en tu presencia una salvación milagrosa. 

Cuando las personas pasamos necesidades graves, acudimos allá donde pensamos que encontraremos ayuda, y esto es comprensible. Pero el vidente debe recordar que él no es el dueño de su destino. Tan solo ve y dice lo que ve, de modo que será el consultante el que al final tome la decisión de su vida. Ir a un vidente para ver qué nos dice es bueno. 

Consultarlo de vez en cuando nos ayuda a amplificar nuestra conciencia y nos da un respiro sano. Si el vidente es positivo y un buen profesional, hará su trabajo y saldrás encantado de la sesión. Si no te dice lo que te gusta, pero te dice la verdad, saldrás igualmente encantado. Es mejor recibir un mensaje verdadero que una mentira dulce (me parece a mí). Pero no debemos olvidar que la videncia es como asomarse a la ventana para ver qué tiempo habrá. Ir a un vidente no te exime de tu propia responsabilidad. Siempre somos nosotros los que decidimos qué ropa ponernos. Si veo que un negocio fracasará, el cliente tiene dos opciones; dejarse llevar por la predicción y esperar a que así sea…., o tomar las medidas necesarias para mejorar su trabajo y evitar que ocurra.

A veces olvidamos que por muy potente que sea un vidente, todos podemos escoger y si queremos podemos transformarlo. Aunque hay cosas muy difíciles de evitar (como tendencias, desgracias o separaciones) pienso que si nos esforzamos podemos mejorar las cosas. La magia siempre ayuda en estos casos, pues ofrece alternativas para transformar la vida. Amas de casa, empresarios, policías, médicos, enfermeras, telefonistas, mecánicos…, da igual la profesión, todos somos iguales ante la videncia. Lo que sí es distinta es la actitud que cada uno toma ante tu mensaje. 

Explico esto porque me gustaría recordar a los videntes y consultantes que todos podemos cambiar nuestros destinos. Si vivimos una vida equilibrada, espiritual y tratamos de armonizar nuestro día a día, todo se puede mejorar. La videncia para mí es un don de la Diosa, no una maldición.

Yo la veo como un regalo divino, y cada día que leo un café, más agradecido por este regalo. Para mí es una bendición, un regalo que me ha hecho la Diosa, aunque supongo que también depende de cómo lo enfoques y qué tipo de vida lleves. Considero que si puedo ver lo que ocurrirá debo anunciarlo a la persona para que tome las medidas que considere necesarias. Pienso que si puedo ver algo es para avisarlo y ayudar a las personas, pero siempre debo recalcar hasta la saciedad que la videncia no es hablar “ex cátedra”. Yo veo la videncia como asomarse a la ventana para ver qué tiempo hace, luego eres tú el que decides qué ropa ponerte… 

Si usas este don bajo la gracia, como una ayuda para mejorar tu vida y la de los demás…., puedes hacer mucho bien con tu arte. Lo veo cada día. Y si quieres usar tu don sabiamente debes explicar a tu paciente que él es el que construye su destino y puede cambiarlo. Ofrécele buenos consejos pero dejando libertad para que él decida. Dale ánimos y anímalo a armonizar su vida. 

Si así lo haces, la Diosa te colmará de bendiciones.

Sabio y Bendito Seas
El Brujo Shiva